“Que cada nota tenga vida”...
‘técnica’ no consiste en bajar teclas rápido

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“Que cada nota tenga vida”... –‘técnica’ no consiste en bajar teclas rápido

Acerca de la interpretación

Fausto Zadra




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XI. Técnica y expresión

¿Qué tiene que ver la técnica con la expresión?

¡Mucho, y de varias maneras!

Por lo anteriormente dicho ya queda claro que la técnica tiene un gran potencial liberador, nos da y nos ‘afila’ las herramientas, nos capacita para tocar más finamente y exactamente, para dominar los matices, los toques, formar el sonido –todas facultades que, directamente, nos permiten tocar más expresivamente, porque con ellos llega a realizarse mejor en el instrumento, en forma de sonido, lo que adentro sentimos.

De hecho, uno de los signos de una buena técnica es que el manejo de los matices sea muy fino y uno tenga la sensación de que esto no nos cueste nada, es algo que se realiza tal como uno quiera muy directamente, no como una gran dificultad. Las consecuencias de esto son mayor expresividad en el fraseo, mejor espontaneidad, más ‘vida’ en las interpretaciones.

Además de esto, hay otros dos aspectos en este contexto que son muy interesantes si bien no muy fáciles de explicar.

• El primero se podría llamar un aspecto psicofísico: En un buen trabajo técnico, un trabajo de ‘escuela’, aprendemos a usar movimientos ‘lógicos’ en cuanto a la relación entre la fisiología, la naturaleza del movimiento y el tipo de sonido requerido. El tipo fisiológico del movimiento y la naturaleza del mensaje musical, del tipo de sonido, corresponden, de alguna manera están relacionados el ‘gesto corporal’ con el ‘gesto musical’: para lograr un sonido cálido, profundo, de un acorde en un adagio, no vamos a usar una contracción súbita y rápida de los músculos de los dedos –sería muy difícil lograr el resultado querido así. En cambio, para un pasaje rápido con un toque brillante, no usaremos todo el peso del brazo, es decir, la pura gravedad con su naturaleza ‘pasiva’, como fuerza actuante, etc. (Este ejemplo también ilustra cuánto más difícil, tensionante y cansador es tocar el piano con una mala, es decir, con una ilógica, técnica.)

De este modo, la expresividad se logra más directamente, con menos esfuerzo, sin sentir un obstáculo en el campo técnico, porque el contenido expresivo y el modo de su realización con el cuerpo no se contradicen, se sienten parecidos, una cosa está en armonía con la otra.

• Con esta manera de tocar, a lo largo del tiempo tiene lugar un segundo efecto, algo que cuando finalmente pasa es simplemente maravilloso para un músico (para cualquier artista).

Al tener bien incorporado todo este trabajo técnico, ‘la escuela’ –al dominar con libertad los movimientos y tenerlos identificados con su resultado sonoro, y tener así para todo lo requerido siempre la adecuada ‘herramienta expresiva’, eligible al instante de un repertorio infinito en sus combinaciones y graduaciones, de maneras de movimiento y toque, que dominamos con soltura y ya más y más automáticamente– empieza a suceder cada vez más que la expresión ‘se busca su camino’ sin que tengamos que ayudarle. Fausto Zadra describía este proceso así: el efecto del trabajo técnico-musical es que ‘se limpian los canales’, la intención que formamos adentro nuestro, ‘fluye’ directamente, como si fuera por nuestros brazos, hacia su realización sonora.

Es que con la técnica hemos construido un puente: una conexión muy directa entre nosotros y el instrumento. Es como si hubiéramos acortado las distancias. El cuerpo (todo un sistema psicofísico, claro), por el trabajo que hemos hecho, ya sabe responder a la emoción o a la intención musical y sonora. Ya no le tenemos que indicar cómo tiene que actuar: responde de manera directa, cada vez menos tenemos que dirigir o controlar los movimientos a propósito y conscientemente mientras tocamos, cada vez menos tenemos que pensar. Solamente nos queda hacer música.